Con la integración de las TIC en la vida cotidiana, también hemos incluido en ella ciertas tecnopatías sin apenas darnos cuenta. El uso intensivo de las nuevas tecnologías, sobre todo de los aparatos con pantallas que irradian luz azul, están generando una serie de problemáticas en la salud, tanto física como mental, de sus usuarios. Son las llamadas tecnopatías algunas de las cuales generan, además, adicciones muy perniciosas.

Son situaciones que vivimos cada día en nuestro quehacer sin apenas darnos cuenta. ¿Quién no ha presenciado una reunión donde la mayor parte de los asistentes están más pendientes de su móvil que de la conversación? U otra muy habitual ¿Quién no ha vivido la sensación de estar desamparado por haberse dejado el smartphone en casa, o por no tener conexión durante un rato? Conductas que generan irritación, a uno mismo o en las personas de nuestro entorno. Son comportamientos que generan trastornos. Los psicólogos están viendo como cada día se presentan más casos de estos en sus consultas.

Este tipo de tecnopatías son enfermedades generadas por el mal uso, o abuso, de la tecnología. Algunas son de tipo más físico como el síndrome de túnel carpiano, u otras alteraciones musculoesqueléticas, producidas por acciones reiterativas en el uso de terminales o periféricos. Pero otras conllevan asociados episodios de ansiedad y desarreglos neuronales. Entre las más habituales podemos destacar: la nomofobia, el síndrome de sueño insuficiente, el phubbing: el síndrome de la vibración fantasma…

En muchas ocasiones ni tan siquiera somos consciente de estas padeciendo esas enfermedades. La más clásica, la nomofobia. El concepto proviene de abreviar la expresión inglesa ‘no-mobile-phone phobia’, o fobia a ir sin móvil. Se detecta cuando asociamos un aumento del nerviosismo interior, incluso de angustia, a no llevar el smarphone, o bien, a la imposibilidad de usarlo (por diversas causas).

Las adicciones son de diverso tipo. El concepto phubbing (formado a partir de phone y snubbing o desprecio) consiste en restar atención a quien nos acompaña al prestársela más al móvil u otros aparatos electrónicos que a su persona (Barrios, 2017). Una variante de la anterior la encontramos en muchas personas que no pueden evitar interrumpir una conversación al recibir una llamada o un mensaje, con el impacto que ello genera, incluso irritación, en los interlocutores.

Otra patología es el síndrome del sueño insuficiente. ¿Sabemos cómo afecta a la salud la luz azul de las pantallas de los smartphones y tablets? Altera los ciclos de descanso. Incide en una menor producción de melatonina, por ejemplo, la hormona que induce el sueño. El síndrome del sueño insuficiente es consecuencia del uso de esos terminales poco tiempo antes de irse a dormir. Otra consecuencia de la iluminación LED de esas pantallas, sobre todo de las longitudes de onda de luz de menor banda (luz azul), es la producción de daños en células del epitelio pigmentario de la retina (Chamorro et altri, 2012: 37) dañando los ojos.

Otra alteración neuronal. La percepción (errónea) que la vibración del móvil se siente en alguna parte de nuestro cuerpo, sin que se active realmente, es otra conocida como el síndrome de vibración fantasma. Ocurre porque los receptores de la piel se hipersensibilizan por el estímulo frecuente de la vibración del teléfono. Hay numerosas hipótesis sobre las causas del síndrome de vibración fantasma. Algunas sostienen que “el cerebro se ha condicionado a escuchar las vibraciones de manera tan frecuente que las mismas vías neuronales se activan incluso cuando no lo hace. Es como cuando se escucha una canción por repetidas horas o días. Esta se reproduce en nuestra mente, aunque el estímulo auditivo haya cesado” (Tuirán, 2016).

Como vemos, son muy variadas las enfermedades tecnológicas que surgen al amparo de la sociedad digital. La prudencia, nunca mala consejera, debería guiar la utilización de las TIC. Todo en su correcta medida.

Referencias:

E. Chamorro, C. Bonnin, L. Lobato-Rincón, J. Navarro-Valls, G. Ramírez-Mercado, C. Navarro-Blanco, y C. Sánchez-Ramos. (2012). Daño ocular causado por dispositivos LED. Seguridad y Medio Ambiente, 128, 36-41.

D. A. Barrios, V. A. Bejar, V. S. Cauchos (2017). Uso excesivo de Smartphones/teléfonos celulares: Phubbing y Nomofobia. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 55 (3), pp. 205-206.

C. Tuirán (2016). Tecnología digital y tendencias en los procesos humanos de memoria y aprendizaje. QUID 27, pp. 75-84.

Dr. Joaquín Marqués

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