El progreso casi siempre ha sido considerado positivo por las evoluciones sociales que ha aportado. Los nuevos tiempos traen nuevos hábitos. En la actualidad hay innovaciones tecnológicas disruptivas que van a cambiar de manera radical muchos comportamientos sociales. En este mismo espacio en meses anteriores hemos ido explicando algunas de ellas (Internet de las cosas, blockchain, la robotización, la inteligencia artificial…). El último gran cambio de este tipo lo vimos con la popularización del uso de Internet y las modificaciones de conducta que generó en la sociedad.

Por tanto, la introducción de nuevas tecnologías no es neutra. Cambia actitudes, comportamientos, hábitos sociales… y genera nuevas patologías y enfermedades que antes no existían. Ese es un elemento que muchas veces se elude en la ecuación sobre el progreso social que trae el cambio tecnológico. Hoy vamos a reflexionar sobre este fenómeno.

Desde instancias médicas hace tiempo que están avisando sobre el aumento de una serie de enfermedades directamente causadas por el uso excesivo de algunas tecnologías que no solamente afectan a los trabajadores del sector IT sino que se extienden entre la población conectada.

Las ligadas con el uso excesivo de ordenadores y otro tipo de pantallas generan, en primera instancia, un aumento de determinadas molestias, como dolores de espalda y cuello (text neck) derivados de posturas incorrectas o un uso excesivo en el tiempo. También se observa en las consultas médicas una propensión creciente a las tendinitis en brazos, muñecas y dedos provocados por la sobreutilización de la escritura en los móviles, sobre todo en las aplicaciones de mensajería, tipo Whatsapp, que ha generado la etiqueta WhatsAppitis, una patología centrada en torno a la inflamación del tendón y la membrana sinovial. No es nuevo ya que antes había proliferado la expresión Blackberry-Thumb (pulgar de Blackberry) para definir un escenario clínico muy similar.

Debemos prestar mucha atención a la forma en que usamos nuestros ordenadores, tablets y smartphones. Y dónde los llevamos. En ocasiones, se generan casos de infertilidad e, incluso, se ha constatado un aumento de determinados tipos de cáncer, relacionado con la exposición a ese tipo de aparatos.

También hay que ser conscientes que las pantallas no son inocuas. Un uso incorrecto y una exposición temporal amplia generan problemas en la vista. La sequedad ocular es el primer aviso que nos debería alertar de la sobreexposición a las pantallas y que se percibe como si tuviéramos alguno o varios de los siguientes síntomas: visión borrosa o sensibilidad a la luz: arenilla en los ojos, picores enrojecimiento. Sus consecuencias las vemos en un aumento de la tensión ocular, en la fatiga física o en un desarrollo prematuro de la presbicia o vista cansada.

Cuando se advierte a los padres que antes de los dos años los niños no deben interactuar con las pantallas es por alguna razón: generan una radiación electromagnética (microondas). La vista fija en la pantalla interfiere con el mecanismo habitual de parpadeo y su cadencia que, de media está en 18 veces por minuto. Ello altera la película lagrimal generando la xeroftalmia. Los cuadros más graves presentan pequeños derrames.

El sedentarismo es otra consecuencia colateral de este fenómeno. Tampoco está suficientemente estudiado el aumento de peso y pérdida de masa muscular que conlleva un uso prolongado de las pantallas. La trombosis electrónica, conocida también como etrombosis, es un problema circulatorio que se genera en algunas personas cuando permanecen inmóviles durante mucho tiempo. Pueden desarrollar coágulos de sangre debido a la inmovilidad prolongada.

Las enfermedades que genera el uso de nueva tecnología no son exclusivamente físicas. Además de las consecuencias físicas existen las psicológicas que generan dependencias. Muchas de ellas están siendo analizadas por los científicos que les han puesto nombres. En el campo de las fobias tenemos: la Cibercondria (obsesionarse con la salud y en consultar continuamente en Internet los síntomas de las patologías que creen estar sufriendo); la Nomofobia (miedo irracional a quedarse sin móvil por la sensación de incomunicación que genera); Phubbing (o el menosprecio a quien nos acompaña al prestar más atención al smartphone a su persona): Ringxieting o Vibranxiety (trastorno psicológico consistente en creer que suena o vibra el móvil cuando no es así) también conocido como Síndrome de la vibración fantasma; el síndrome FOMO por Fear Of Missing Out, también conocido como Fomofobia ( como consecuencia de una adicción a las redes se genera interiormente un miedo a perderse cualquier contenido y a quedarse fuera).

En definitiva, se trata de utilizar las nuevas tecnologías sabiendo con cabeza, sabiendo que su uso excesivo genera problemas. Estar conectados no solamente a la red sino, sobre todo, a la realidad circundante.

Para más información:
• Fernandez-Guerrero, Inés (2014). WHATSAPPITIS. The Lancet, vol. 383 (en línea). https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(14)60519-5/fulltext
• Peñaloza Páez, Jorge A. (2016). NOMOFOBIA. CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales (en línea). http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/03/nomofobia.html
• Capilla Garrido, Estefanía, Cubo Delgado, Sixto (2017). PHUBBING. CONECTADOS A LA RED Y DESCONECTADOS DE LA REALIDAD. UN ANÁLISIS EN RELACIÓN AL BIENESTAR PSICOLÓGICO. Pixel-Bit. Revista de Medios y Educación (en línea). http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=36849882012

Dr. Joaquín Marqués
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